
SALSA AL PARQUE: Sin tarima oficial, pero con alma colectiva la salsa volvió a tomarse el espacio público

Aunque no hubo convocatoria institucional ni cartel oficial, este sábado 05 de julio, Cali volvió a demostrar por qué es la capital mundial de la salsa. Desde tempranas horas de la tarde, decenas de melómanos, bailarines, coleccionistas y agrupaciones locales se congregaron espontáneamente en puntos emblemáticos como la Calle del Sabor, el Parque Alameda y la Plazoleta Jairo Varela, para celebrar lo que muchos llamaron “una rumba de resistencia”.
Cabe también señalar que la Alcaldía no apoyo con la organización logística ni de seguridad del evento, la cual durante muchos años no solo ha sido patrocinador, sino también un gran aliado cultural de este evento tan importante tanto para melómanos como aficionados a la Salsa. Hasta el momento, la Alcaldía no se ha pronunciado al respecto.
Sin tarimas, sin el apoyo de la Alcaldía de Cali que por costumbre apoyaba este evento, sin auspiciadores, pero con el alma encendida, la ciudad se convirtió en una pista de baile colectiva. Sonaron clásicos de Richie Ray, Joe Arroyo, Grupo Niche y La Fania, mezclados con presentaciones en vivo de orquestas emergentes que improvisaron sets con equipos portátiles y energía inagotable.
Aunque no se trató de un evento oficial como el Festival Mundial de Salsa —programado para el 25 al 28 de septiembre de 2025—, la jornada dejó en evidencia la necesidad de mayor apoyo a las expresiones culturales espontáneas. Algunos colectivos culturales denunciaron la falta de estímulos para activaciones barriales y la burocracia que impide el uso libre del espacio público para eventos artísticos.
Cali no espera diciembre ni festivales oficiales para celebrar su identidad. Cada vez que suena un timbal, cada vez que un coleccionista desempolva un vinilo, cada vez que un niño aprende a marcar clave, la ciudad reafirma que la salsa no es solo música: es lenguaje, es memoria, es resistencia. Y aunque el evento del 05 de julio no figure en la agenda institucional, quedará en la memoria de quienes lo vivieron como una prueba más de que la salsa en Cali no se programa: se respira.