Petro responde con discurso de reconciliación

El pasado 21 de junio, el presidente Gustavo Petro encabezó un acto público en La Alpujarra, Medellín, donde compartió tarima con líderes de bandas criminales detenidos en la cárcel de Itagüí. El evento, enmarcado en su política de “Paz Urbana”, buscaba visibilizar los avances en los diálogos con estructuras armadas del Valle de Aburrá. Sin embargo, la presencia de estos capos generó una ola de críticas, encabezadas por el expresidente Álvaro Uribe.
A través de un video titulado “Balas verbales y letales. Y Miguel en la clínica”, Uribe arremetió contra el acto, calificándolo como una “afrenta” a las instituciones y a las víctimas. “Cuando la referencia de la paz es la exhibición de quienes han asesinado, los ciudadanos reciben el mensaje de que el crimen es válido”, afirmó. También advirtió que este tipo de gestos pueden convertirse en amenazas reales para líderes políticos y sociales.
Desde la Presidencia se argumentó que el evento fue parte de un proceso de diálogo con estructuras criminales que buscan someterse a la justicia a cambio de beneficios jurídicos, siempre bajo el marco legal vigente. Petro incluso propuso que la fiscal general lo acompañe a la cárcel de Itagüí para revisar posibles acuerdos de sometimiento.
Reacciones cruzadas
- El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, calificó el acto como “una lápida” para la ciudad y denunció amenazas implícitas contra su administración.
- El gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, lo tildó de “afrenta a las víctimas” y “peligro para la democracia”.
- Desde el Congreso, algunos sectores del Pacto Histórico defendieron la iniciativa como un paso hacia la reconciliación urbana.
Este episodio reaviva el debate sobre los límites de la paz total, la legitimidad de los interlocutores y el papel simbólico de los actos públicos. ¿Es posible construir paz con quienes han sembrado violencia? ¿O se corre el riesgo de normalizar el crimen en nombre de la reconciliación? Colombia, una vez más, se encuentra en el filo de una discusión que no admite zonas grises.