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Política Actualidad

No es Reelección”, Aclara Benedetti en Medio del Fuego Cruzado

Redacción
Redacción |

La coyuntura política colombiana explotó el viernes 20 de junio cuando el presidente Gustavo Petro confirmó que en las elecciones de 2026 se incluirá una papeleta para convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. Con ello, busca abrir la puerta a una revisión profunda de la Carta Magna de 1991 y encender un debate que rápidamente escaló en las redes sociales y los parlamentos locales. Desde la derecha y el centro surgió un coro de rechazo.


Por parte del Centro Democrático a través de su cuenta de X (Twitter) afirmó que el presidente  realiza un “Intento de eludir la Constitución y concentrar poder”. Por otro lado, sectores de centro como Alejandro Gaviria, expresaron que “Es un debate estéril que no atiende la crisis fiscal ni humanitaria”, replicó el exministro. Así mismo, la representante Katherine Juvinano, lamentó que no hubo “Ni un día de paz para celebrar la reforma laboral”.

En contraste, la bancada oficialista más combativa festejó el anuncio como un paso decisivo hacia la “democracia profunda”:  “Más de 15 millones de papeletas depositadas garantizarán nuestra victoria en primera vuelta”, celebró Alfredo Saade, jefe de gabinete.

Para disipar especulaciones sobre un “golpe continuista”, el ministro del Interior, Armando Benedetti, insistió en que el plebiscito no persigue perpetuar a Petro en el poder. Aclaró que la consulta se planteará para la próxima administración y el nuevo Congreso, y que en ningún caso implica reelección ni atenta contra la separación de poderes.

El presidente del Senado, Efraín Cepeda, consideró “inviable” saltarse la vía legislativa. Para él, la Constitución exige que cualquier convocatoria a Constituyente pase primero por un proyecto de ley en el Congreso y luego por el aval de la Corte Constitucional. Tildó la propuesta de “engendro” y advirtió que sin ese trámite legal, la papeleta sería un mero “atajo a la democracia”.


El pulso en redes: hashtags y memes al acecho

En Twitter, X y TikTok, los usuarios convirtieron el anuncio en tendencia bajo etiquetas como #OctavaPapeleta, #ResetConstitucional y #NoMásReelección. Memes de “Petro arquitecto” vs. “Petro destructor” se multiplicaron en minutos, mientras encuestas exprés preguntaban si los colombianos quieren o temen un cambio de fondo en la Constitución. Las plataformas incendiaron el debate con cifras en tiempo real, hilos virales y declaraciones en video de líderes de opinión.


¿Cómo se convoca una Constituyente? 
Según expertos, el procedimiento no se agota en la papeleta. Primero, el Congreso debe aprobar una ley que detalle número de integrantes, sistema de elección, temario y vigencia del órgano constituyente. Luego, la Corte Constitucional examina su viabilidad. Para que la votación sea válida, participa al menos un tercio del censo (13,6 millones de votantes). Sin esos pasos, la iniciativa de Petro corre el riesgo de naufragar antes de llegar a las urnas.


Impacto electoral: 2026 como punto de inflexión

Más allá de la coyuntura, la inclusión de la pregunta constituyente podría alterar la estrategia de todos los partidos. Los candidatos deberán pronunciarse sobre su visión de Estado social de derecho, justicia laboral y participación ciudadana profunda. Un voto afirmativo daría un mandato imperativo al próximo Congreso para reformar temas históricos como pensiones, salud y derechos laborales, mientras que un rechazo frenaría de golpe la agenda de transformación estructural.

La última gran reforma constitucional en Colombia estalló en 1990 con la Séptima Papeleta, impulsada por jóvenes universitarios y aprobada en un plebiscito que derivó en la Asamblea de 1991. Ahora, 34 años después, Petro reivindica aquel espíritu participativo para “volver realidad cotidiana” la Constitución, agregando temas ausentes entonces, como crisis climática y paz territorial.

La ofensiva de Petro plantea un escenario de fractura política inédita en las últimas décadas. Mientras sectores ven la Constituyente como la llave maestra para resolver tensiones acumuladas, otros alertan sobre riesgos institucionales y costos económicos en un país aún frágil. Con 2026 a la vista, el pulso se tensará entre quienes exigen un “reset” profundo y quienes defienden el imperio de la Constitución vigente.

Con el termómetro digital al rojo vivo, el reto para todos los actores será transformar esta oleada de hashtags y titulares en un diálogo sustantivo que trascienda el ruido de redes. El reloj avanza y, en pocos meses, los colombianos tendrán en sus manos la oportunidad de decidir si escriben un nuevo capítulo de su historia constitucional o si mantienen el texto con retoques menores.

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