Colombia fue aceptada como miembro del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) de los BRICS, el bloque económico conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. La noticia fue confirmada por la canciller Laura Sarabia, quien celebró que esta adhesión “amplía el horizonte” del país.
Aunque Colombia no se une formalmente al bloque político de los BRICS, su ingreso al banco representa un acercamiento estratégico a las economías emergentes y una alternativa a los organismos tradicionales como el FMI y el Banco Mundial.
El ingreso se produce en un contexto de relaciones tensas entre Colombia y Estados Unidos, marcadas por desacuerdos sobre políticas migratorias, aranceles y la guerra comercial impulsada por Donald Trump. Petro ha insistido en la necesidad de “abrirse al mundo” y reducir la dependencia de su principal socio histórico.
La canciller Sarabia, sin embargo, aclaró que esta decisión no representa un desafío a Washington, sino una estrategia de diversificación económica.
Este movimiento se suma a otros pasos recientes del gobierno colombiano, como la firma del memorando de entendimiento para unirse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, lo que refuerza los lazos con Pekín y consolida una política exterior más autónoma.
Colombia se posiciona así en una encrucijada geopolítica: entre su alianza histórica con EE. UU. y una nueva etapa de cooperación con potencias emergentes. ¿Será este el inicio de una política exterior más soberana o el inicio de nuevas tensiones diplomáticas? El tablero global se mueve, y Colombia ya juega en otra liga.