Colombia y Estados Unidos atraviesan una crisis diplomática sin precedentes recientes, marcada por tensiones políticas, acusaciones cruzadas y un inminente choque comercial. El detonante más reciente: la prórroga de los aranceles del 10 % impuestos por el presidente Donald Trump, que podrían ampliarse si Colombia no presenta una estrategia clara de negociación antes del 1.º de agosto de 2025. La situación se agrava por la decisión de Colombia de ingresar al Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, lo que ha sido interpretado por Washington como una señal de alineamiento con políticas “antiestadounidenses”. Trump advirtió que cualquier país que respalde a los BRICS enfrentará un arancel adicional del 10 %, lo que pondría a Colombia en riesgo de enfrentar un gravamen total del 20 % sobre sus exportaciones.
El 3 de julio, la Casa Blanca llamó a consultas a su encargado de negocios en Bogotá, John McNamara, calificando como “infundadas y reprobables” las declaraciones de altos funcionarios del gobierno Petro. En respuesta, el presidente colombiano retiró a su embajador en Washington, Daniel García-Peña, para “reevaluar la agenda bilateral”.
El trasfondo inmediato de esta ruptura es la filtración de audios del excanciller Álvaro Leyva, en los que se menciona un supuesto plan para desestabilizar al presidente Petro con apoyo de congresistas republicanos. Aunque los legisladores implicados lo han negado, la controversia escaló rápidamente.
Colombia mantiene actualmente un arancel base del 10 % para sus exportaciones a EE. UU., con excepción de hidrocarburos. Sin embargo, gremios como la ANDI y Analdex han advertido que el país no ha presentado una propuesta formal de negociación, a diferencia de naciones como Ecuador o Argentina. La ministra de Comercio, Diana Morales, ha radicado dos solicitudes para eximir a Colombia del gravamen, pero funcionarios estadounidenses han señalado que la misión colombiana carece de fuerza y claridad. “Colombia está jugando con candela”, advirtió Bruce Mac Master, presidente de la ANDI.
- Exportaciones: EE. UU. representa el 29 % de las ventas externas de Colombia, y más del 50 % de ellas son hidrocarburos.
- Inversión extranjera: la incertidumbre podría disuadir a empresas estadounidenses de invertir en el país.
- Visas y cooperación: ya se han suspendido servicios consulares en el pasado; nuevas sanciones podrían afectar a funcionarios y ciudadanos.
- Imagen internacional: la percepción de riesgo país aumenta, lo que podría afectar el turismo, las remesas y el acceso a financiamiento multilateral.
Gremios empresariales y analistas han llamado a la sensatez. “La inacción no implica neutralidad. Cada día sin una propuesta es una oportunidad perdida”, afirmó María Claudia Lacouture, presidenta de AmCham Colombia. Por su parte, Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, advirtió que “las consecuencias dependerán de si EE. UU. adopta medidas adicionales. El riesgo existe”.
La ministra Morales insiste en que la adhesión al banco de los BRICS es “una decisión financiera, no política” y que Colombia mantiene su compromiso con sus socios tradicionales. Esta semana se retomarán las mesas técnicas con gremios exportadores para definir una hoja de ruta.
Pero el tiempo corre. Y si no hay avances antes del 1.º de agosto, Colombia podría enfrentar una tormenta perfecta: crisis diplomática, sanciones comerciales y aislamiento estratégico.